JILLI
Algo, parecido
a la piel de un feto
Se sacude, en el motor de esta
esquizofrenica ciudad,
Pero, no espero nada de la piedra salada, de risa perfecta
De nuestro ruidoso señor.
Enfríate en primavera, con las
hojas más verdes, verde…carne…
Plutorio, ajeno a las piernas
cubiertas de aceite de los motores
De un perdido predicador, ahora
embrión, de todas la luciérnagas
Alucinógenas de tu cajón marrón.
(JAQUE MATE, Ballivián, 2007)
Cambio a irrisible emblema de nieve del color de la carne cocida,
Fue con colirio de la vereda enferma de cemento, de orines,
Que expulso a los odiados coros angelicales, subrayados
Con mi única almendra, mareada en una “U” baja, baja al rencor.
A la ingeniosa almatroste, que posee el deseo de rodar
Por las inexistentes escaleras de su escapulario, te encuentro
Devorando tus rodillas de niño ¡comprendo la prisa por retornar al silencio!
Nos castiga el olor del sol y esa luna que flamea, tan ruidosa como mentirosa.
Graciosos labios, con la lana vísceral de infinitos animales en mármol sagrado
Donde, el mármol diluido con las pocas monedas de una comunión, se recicla
Con papel cuadriculado, que recita – anoréxica amorosa- al traer violetas en
Cápsulas, que rijan en la infame polución.
(JILLI. Sabor que produce ciertas cosas.)
(Poemario, ILURI, Ballivián, 2004)